Hoy quiero contaros una historia personal. Algo que llevo dándole vueltas desde hace días, y, cada vez, me autoconvenzo más de que es así, tal y como lo pienso.

Hace días tuve que ir al dentista, quería hacerme una revisión sin más complicación. Como no tengo una clínica dental habitual le pregunté a una vecina, quien me recomendó un dentista como bastante fama en el barrio, y, que, además, tenía muy buenos precios.
Me pareció muy buena opción, por lo que pedí cita y, tras mucho esperar al teléfono, me la dieron para mediados de enero.

Una vez allí, la sala de espera dejaba mucho que desear… Pero bueno, una que ha sido criada en barrio humilde, pensé que la profesionalidad no iba de la mano con la apariencia.
Tras esperar una hora en aquella sala, mis ganas de entrar a la consulta iban descendiendo…

Me atendieron unos profesionales, a los cuales no puedo juzgar en su campo ya que desconozco la materia, pero sí en cuanto a la atención recibida. No mejoró la mala impresión que me dejó el estar tanto tiempo al teléfono.

Decidí pedir una segunda opinión y fui a una clínica dental situada debajo de casa de mis padres. Porque debemos admitirlo, por mucho que nos independicemos, seguiremos haciendo peregrinación a por los tuppers y nos dará más confianza lo que esté cerca de nuestros padres.

En esta clínica todo fue diferente. El uso de la mascarilla sigue siendo obligatorio, pero podías notar la sonrisa y la calidez en cada uno de los trabajadores.

Seguimos basándonos en “opinar” sobre la atención al cliente. El día antes de la cita te llaman o te mandan un SMS para recordarte la hora, el día después te llaman para preguntarte cómo estás. Para hablar sobre todo el tratamiento te atienden en un despacho, dedicándote todo el tiempo del mundo.

Si comparamos ambas clínicas, evaluando el campo médico no sabríamos decir cuál es mejor, ya que seguro que ambos cuentan con grandes profesionales. Pero es en la atención al cliente/paciente, donde una empresa puede destacar más que las demás.

Es lógico que muchas empresas no pueden realizar una gran inversión en personal y contratar a una persona para que atienda el teléfono. Pero… ¿cuánto puedes ganar contratando una oficina virtual? Saber que va a haber profesionales que atiendan el teléfono como si fuesen uno más de tu empresa. No perder ni una llamada, no tener al cliente desesperado esperando a que alguien le conteste el teléfono.
Podemos considerar que la atención al cliente es un bien que la empresa no podrá cuantificar económicamente, pero sí podrá cuantificar a los clientes satisfechos que siguen contando con su empresa día a día.