Es un nuevo concepto de compañía que coge fuerza en el reciente crac de Dubai, es un nuevo tipo de empresa que fluctúa entre el sector privado y el sector público. Estas empresas se han bautizado con una multitud de nombres diferentes ( compañías controladas por el estado, paraestatales, organizaciones subvencionadas por el Estado ), eso sí, tienen algo en común: oscilan entre ambos sectores según marquen sus necesidades.

Este tipo de empresas están vinculadas históricamente a los países desarrollados.

Francia siempre ha tenido predilección por las compañías parcialmente estatales y recientemente el gobierno de EE.UU ha invertido en muchas empresas para tratar de salvarlas de la crisis financiera mundial. Por su parte, China y Rusia también se han convertido en grandes promotoras de este nuevo modelo de corporación y en ambos países encontramos un gran número de compañías que mantienen estrechos lazos con los gobiernos locales o centrales, así como empresas estatales que compran activos del sector privado a precios muy bajos. Sin embargo, esta clase de organizaciones actualmente también está proliferando con fuerza en países en vías de desarrollo.

Este tipo de compañías, las compañías híbridas operan principalmente en el sector económico y energético, 13 de las empresas petrolíferas más importantes del mundo están controladas por el gobierno, pero a su vez tienen acceso a grandes cantidades de capital privado y a exclusivo know how como podemos ver, estas empresas tienen multitud de ventajas, provechando lo mejor de ambos sectores: tiene la seguridad del sector público y las oportunidades del sector privado, puede obtener préstamos con mejores garantías gracias al apoyo gubernamental.

Estas empresas también tienen algunas flaquezas. El principal problema de las compañías híbridas es que se trata de organizaciones confusas, que a menudo realizan operaciones internas difíciles de entender y que tienen comportamientos erráticos raramente predecibles. La naturaleza vaga de estas compañías también desconcierta a los inversores, tal como ha sucedido recientemente en Dubai. ante el enorme asombro de éstos, el gobierno ha anunciado que no se hará cargo de sus deudas y que cada acreedor es enteramente responsable de sus préstamos, debiendo diferenciar entre Estado y empresa.

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También existe el problema de la politización es especialmente grave cuando las compañías estatales quieren expandirse al extranjero: suelen evocar imágenes imperialistas y refuerzan el sentimiento proteccionista de las personas xenófobas, tal como hemos visto recientemente con la furiosa reacción en EE.UU. después que Dubai intentara comprar puertos americanos.

Ante las suspicacias y la desconfianza que en ocasiones despiertan estas organizaciones, la clase política parece tener clara la postura a adoptar: hay que transmitir a la opinión pública la sensación que se es consciente del problema y que hay que controlarlo. Veremos si, efectivamente, se adoptan medidas para la ambigüedad que reina en las compañías híbridas o simplemente se trata de declaraciones vacías.